Llevaba demasiado tiempo sin hablar con él, sin saber nada de suyo ni de su vida, sin reírme con él, sin oír su voz, sin verlo...
Y por fin llegó el día. Después de tanto tiempo, por fin lo veo una noche, y no se me ocurre otra cosa que seguir fingiendo que no me gusta y pasar de él.
Lo estaba mirando por el rabillo del ojo, se había dado cuenta, y empezó a gritar. Me estaba gritando a mi, y no una ni dos veces, no iba a parar hasta que yo me diera la vuelta y le dijera algo.
Lo estaba mirando por el rabillo del ojo, se había dado cuenta, y empezó a gritar. Me estaba gritando a mi, y no una ni dos veces, no iba a parar hasta que yo me diera la vuelta y le dijera algo.
-¡FEAAAAA! ¡FEAAAA! ¡FEAAA!
Nunca me había gustado tanto que me lo dijeran. Pero yo, que soy imbécil hasta más no poder, le dije adiós con todo el odio que tenía guardado dentro y ni me dí la vuelta. Se calló, y ya no me miró más.
Mi amiga empezó a reírse, y yo le seguí, no sé por qué pero quería reír hasta que me doliera para que se diera cuenta de que no se lo había dicho enserio.
Mi amiga empezó a reírse, y yo le seguí, no sé por qué pero quería reír hasta que me doliera para que se diera cuenta de que no se lo había dicho enserio.
Lo entendió, y siguió con lo suyo; siguió sentado con sus amigos, riéndose y hablando de fútbol; con sus bermudas por debajo del culo, sus bambas de marca y los calzoncillos Calvin Klein asomando.
Diréis que es el típico guaperas, chulito y creído que lleva a todas las del pueblo detrás suyo, y sí, sí que lo es. Pero, siempre ha tenido algo... algo especial que hace que sonría cada vez que me acuerdo de él.
Diréis que es el típico guaperas, chulito y creído que lleva a todas las del pueblo detrás suyo, y sí, sí que lo es. Pero, siempre ha tenido algo... algo especial que hace que sonría cada vez que me acuerdo de él.
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